La población colmenar de mas de 1,40 estaba temblorosa. La razón no era otra que la elección, muy poco conveniente, de convertirse en un cadáver cayendo como moscas o llevar un estricto régimen comiendo montadazos de filetón malo de cerdo con alioli y fuentaza de patatonas con mayonesa, de la peor calidad, en el sucio baretillo de la esquina (encima pagando aunque por módica cantidad), para ser orcos feos y con alto colesterol. Si eras orco entonces no preocupaba.
Entre una población de enanos perversos, cadáveres por los suelos abejitas aterradas en franca huída, y orcos, de pronto, un mal día, los orcos fueron abducidos.
Orco: ser antimitológico ancho en todas sus medidas salvo pene y cabeza, ambos reducidos cual jíbaros.
Aquella mañana hacía un solano sevillano de padre y muy señor mío. En plena clase con Don Espiga, mientras intentaban jugar al Enredos pero sin colores, todos los orcos empezaron a babear y a hacerse pis encima, ante el asombro de Don Espiga y de tres abejitas obreras que contorsionaban sus cuerpos bastante bien.
Los orcos salieron de la clase en fila, formando militarmente. A cada paso que daban, retumbaba el suelo del panal. Todos se asomaron desde las colmenas a ver qué era aquello tan tremendo.
Se dirigieron los orcos como zombies a la celda de La Moños, quien al verlos aparecer exclamó:
"Bienvenidos, mis pequeñitos insectitos, entrad, entrad, que os voy a enseñar una papaya muy interesante".
(La virgen restaurada)
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ResponderEliminarEsta segunda colaboración, al igual que la primera, ha sido genial. La primera ha aportado una idea que será aplicada y como la segunda es directamente un capítulo ha sido publicado, si su autor/a quiere, puede cambiar el titulo, foto y nombre o pseudónimo del autor con un simple mensaje.
ResponderEliminarMe he reido un montón.
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